martes, 29 de septiembre de 2009

Mejor en jarra helada



















Otra de las cosas que siempre me ha llamado la atención ha sido el observar minuciosamente en qué bares sirven la cerveza en una jarra previamente congelada.

No me gusta la cerveza. He probado a hacer millones de intentos en los que he dicho irremediablemente que ésta sería mi oportunidad, mi vez: el momento en el que mi fortuna fuera relegada a un barril enorme y probablemente sin fondo; pero no lo he conseguido. Ése sabor es superior a mí. Al beberla, noto como una mezcla de orín y malsabor que, aliñada con espuma de sabe Dios de dónde ha salido y cómo ha sido creada, me empalaga la boca más que un bocadillo de extensiones viejas de pelo grasiento y encrespado.

Y qué, que no soporte la cerveza.

Un día me di cuenta de que la cerveza, igual que la Coca-Cola, la Fanta o el insipidísimo Seven Up, saben mejor en jarra helada. Pónganle o no hielo. Picado, trozeado o en cubitos de saco vasto. O piensen en una simple sombrillita de estas de papel –color fucsia o amarillo canario- adornando el glaciar que les deporte a las playas de la Cuba profunda, lejos de toda preocupación oficial y difícilmente evitable. El frío que le añadas a la copa no es frío de verdad. Lo importante es que la jarra esté recién sacada del congelador. Y qué más si te la traen a primera línea de playa.

Seguro que en Cuba el cielo es de colores.

3 comentarios:

  1. ami ni me gusta la cerveza, ni el vino...

    Slo mojito solo mojito... en cuba todo es mejor!
    jajaja

    Besosss

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  2. pues vámonos a cuba!
    :)

    me matas con tal bocadillo...

    xxx

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  3. ¡Donde esté un buen vino que se quite la cerveza! Y mira que yo también lo he intentado...
    ¡Bienvenido! :)

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