miércoles, 25 de noviembre de 2009

En momentos como este, suele la memoria acudir a los escombros del pasado y, en semejantes circunstancias, es la conciencia la que ha de acudir en tu auxilio. Con mayor perseverancia, si cabe, que tu propia fuerza de voluntad; donde quiera que se encuentre.

Todo para acabar lejos del baldón y la burla, ambos cercanos a una rendición vergonzante que nos lleva al llanto y sucesivamente a una coquetería trágica con lágrima, pañuelo y aire fresco.
Llorar es bueno, lo dicen por ahí, pero yo también creo que hacerlo en exceso nos perjudica. Las lágrimas que no se secan a tiempo penetran en la piel por esas líneas que desdibujan el rostro. Luego las arrugas se ensañan con las facciones y ahí ya estamos perdidos. Nos queda el consuelo frágil de que se invente el aparato o el poder divino que permita al hombre parar el reloj. Así nos ahorraríamos las consecuencias de los zarpazos del tiempo y convertiríamos en diana todo lo que atentase contra nosotros.

La gente se empeña en negar la existencia de estos malos momentos, por llamarlos de alguna manera. Por cortesía máxima, yo creo. Pero a mí eso no me pasa. ¿Acaso tengo que creerme que existen las personas que no lloran?

He tenido un pálpito de inteligencia, creo que esas personas necesitan de forma urgente un pálido oropel que las remede, o serán condenadas a la escombrera del olvido por los siglos de los siglos. Ciertamente, qué pena. Con lo que llorar limpia el organismo… Me refiero a ese tipo de personas que hacen caricaturas de sí mismos constantemente, “esos” que degeneran en “aquellos” a la espera de una rumbosa gratificación. Este tipo de gente merece obtener el aplauso, por gilipollas.
En más de una ocasión he notado que a estos individuos les falta pasar por la sartén: vuelta, vuelta y corriendo con el culo ardiendo al rescate de quien los necesite. Porque probablemente hasta ahora haya estado disfrazando lo que siente. Vistiéndolo y adornándolo como una verdad a medias que cuesta trabajo vocalizar una vez que te la meten entera en la boca.

Leticia, 22 años, su novio la acuchilló en el cuello. Y luego nos quejamos.

1 comentario:

  1. ¿sabes que las lágrimas también limpian los ojos?
    por eso son buenas para la vista, y a veces los ojos lloran sin querer

    pero las que no se secan a tiempo no me gustan. ni sus arrugas sin diamantes

    y en el mundo hacen falta tantas sartenes! pero de ésas que no se pegan y lanzan crepês muy-muy alto...

    xxx

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